Carlos II fue el último Rey español de la dinastía de los Habsburgo y no tuvo descendencia, por lo cual tuvo que elegir un sucesor, entre los cuales el que más derechos tenía era el archiduque Carlos de Austria (de la rama austriaca de los Habsburgo) y también Felipe de Anjou (de la casa de Borbón). Finalmente Carlos II nombró como sucesor a Felipe de Anjou, nieto del Rey de Francia y monarca más poderoso de Europa, ya que era el mejor aliado para una España ya muy debilitada.

Aun así, cuando Felipe de Anjou subió al trono como Felipe V, las mayores potencias europeas se alarmaron debido a la posible unión de Francia con España, ya que además Luis XIV había reconocido los derechos sucesorios de Felipe V al trono francés. Por ello, Inglaterra, Holanda y Portugal apoyaron al candidato austriaco en su lucha por el trono español provocando la Guerra de Sucesión, la cual fue una contienda europea (enfrentamiento del bando franco-español contra Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal, y, posteriormente también Saboya) y una guerra civil española puesto que la Corona de Aragón fue partidaria del candidato austriaco, mientras que la Corona de Castilla apoyó al candidato francés.

El 25 de agosto de 1705, con el beneplácito de la población, desembarcó en Barcelona el Archiduque Carlos de Austria al frente de un ejército de 20.000 hombres. El Archiduque, viendo las muestras de afecto de los catalanes, decidió establecer su capital en Barcelona e iniciar desde allí su conquista sobre el resto de España. El 16 de noviembre de 1705, el Consejo de Aragón, en abierta traición, reconoció como Rey al archiduque Carlos de Austria. La nueva traición de Cataluña generó que Felipe V, a comienzos de 1706, tuviera que desplazar hacia la zona el ejército que defendía la frontera con Portugal. Felipe V consiguió sitiar Barcelona con su ejército, pero la llegada de una escuadra aliada a Barcelona y sobre todo la rotura del desguarnecido frente portugués le obligó a levantar el asedio de Barcelona y dirigirse rápidamente hacia Madrid.

Los aliados tomaron Ciudad Rodrigo y Salamanca. Felipe V temiendo ser derrotado trasladó su Corte a Burgos y abandonó Madrid. El Archiduque Carlos de Austria dejó Barcelona y entró con sus ejércitos en Madrid, donde esperaba ser proclamado Rey, al igual que en Barcelona, pero la población madrileña era leal a su verdadero Rey y le fue tremendamente hostil. El 25 de abril de 1707 el ejército franco-español del Duque de Berwick derrotó de forma aplastante a los aliados dirigidos por el Marqués de Ruvigny en la Batalla de Almansa. Esta victoria permitió a los borbónicos tomar Valencia, Zaragoza y finalmente Lérida, el 14 de octubre de 1707.

1708 huesca a bretaña

1708, 22 de noviembrel. Carta circulada de Huesca a Versalles y reexpedida a Ingrandes.

Anotación aplicada en la oficina militar: De L. d´Espagne, (Del Ejercito de España). Anotación de porte manuscrito 17 soles.

En 1710 los aliados iniciaron su última ofensiva buscando obtener la victoria de una vez por todas. El Archiduque Carlos inició sus avances en España, su ejército al mando del Príncipe Starhemberg y apoyado por voluntarios catalanes y valencianos derrotó el 27 de julio de 1710 a los borbónicos en la batalla de Almenara, tomando posteriormente Zaragoza y Madrid. Felipe V avanzó rápidamente con sus tropas hacia Madrid derrotando al general aliado James Stanhope en la Batalla de Brihuega el 9 de diciembre de 1710. El Príncipe de Starhemberg intentó ayudar a Stanhope con el resto del ejército austriaco pero llegó tarde y fue asimismo derrotado al día siguiente, el 10 de diciembre de 1710, en la Batalla de Villaviciosa. Estas victorias borbónicas y el enorme apoyo de la población de los territorios de la Corona de Castilla aseguraron el trono casi definitivamente para Felipe V.

El estancamiento militar y el cambio de postura de Inglaterra permitieron que en abril de 1713 Francia e Inglaterra firmaran la paz, el mes siguiente España, un poco forzada por la salida de la guerra de su principal aliada firmó la paz con Inglaterra el 27 de marzo de 1713. Progresivamente el resto de potencias se fue sumando a los acuerdos de paz de lo que posteriormente se llamó el “Tratado de Utrecht”, que ponía fin a la sangrienta guerra de Sucesión Española. 

En Utrecht los países europeos alcanzaron la paz, pero la guerra no terminó del todo, pues Cataluña seguiría resistiendo contra Felipe V, aunque ya sin el apoyo de los ejércitos austriacos. El 11 de septiembre de 1714, el Duque de Berwick ordenó el asalto a la sitiada ciudad de Barcelona, la cual, pese a que se defendió con decisión finalmente tuvo que rendirse. Con la caída de Barcelona se ponía fin a la rebelión de la Corona de Aragón, una insurrección que pagó con la pérdida definitiva de sus fueros, la disolución de sus órganos políticos y la imposición del centralismo castellano donde Felipe V aprovechó su victoria para crear una nueva España.

1714, madrid a gerona

1714, 26 de abril. Carta circulada de Madrid a Gerona.

Despachada por el correo de Francia y no por el correo español al estar Barcelona rodeada por las tropas francesas y así evitar el conflicto y llegar al norte de Cataluña vía Perpiñán. Anotación aplicada en la oficina postal de Paris: de Madrid. Anotación de porte manuscrito 12 soles.

1714, barcelona a arles

1714, 24 de agosto. Carta circulada desde el campo delante de Barcelona a Arles.

Despachada por el correo militar de Francia lleva la marca DEL ARM· DE CATALOGNE. Anotación de porte manuscrito 12 soles.

La Guerra de Sucesión acabó con el poder hegemónico de España en Europa, a partir de entonces Inglaterra y Francia serán las potencias dominantes en el continente europeo. España perdió poder político y militar, pero por lo menos ganó una familia de gobernantes que tratarían de emprender las reformas sociales y económicas que tanto necesitaban los habitantes del país y de sus colonias. La Guerra de Sucesión permitió la forja de España como nación unificada y prospera. La llegada de la nueva familia reinante, la Casa de Borbón, significó también la llegada de la ilustración y el progreso, acabando, poco a poco, con el medievalismo que aún estaba latente en España. Por último, las sucesivas guerras que sacudirían Europa en todo el siglo XVIII permitirían que España recobrara parte de su prestigio junto con algunos territorios perdidos en el Tratado de Utrecht.

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