MARCAS POSTALES DE CORREO CERTIFICADO

Se define como correspondencia certificada a aquella por la cual mediante un pago previo, denominado derecho de certificado, es enviada por la Renta de Correo con unas garantías especiales de transporte y entrega. Cuando una correspondencia certificada llegaba a manos de su destinatario éste debía de firmar, generalmente al dorso de la cubierta, como prueba de su entrega, la cual era nuevamente remitida a la Administración de origen a modo de comprobante para el remitente como resguardo de que dicho envío había sido entregado. Estos resguardos debían de ser custodiados en el oficio de correo de origen para ser reclamados por los remitentes y pasado un tiempo, si no hubiesen sido requeridos por éstos se procedía a su destrucción.

La correspondencia certificada llevaba una serie de marcas postales características inherentes a ella, hasta 1842 reflejaban en su leyenda la palabra “certificación”, o abreviaturas de ella, pudiendo ser estampadas mediante un cuño específico para ello o bien realizadas de forma manuscrita, palabra a la cual se le acompañaba del nombre de la Administración de origen y del día de despacho, esta marca a efectos postales actuaba también como una marca de origen ya que a la administración de origen debía de remitirse la cubierta firmada por el destinatario como prueba de su entrega para el remitente. A las cubiertas de estos envíos se las solía marcar con varias líneas cruzadas paralelas situadas en las esquinas, de forma que las realzaran e identificaran del resto de la correspondencia ordinaria. Además, se realizaba un control muy específico en cada cambio de valija, o Administración importante del recorrido, donde su responsable señalaba de forma manuscrita la Administración y día de paso del certificado, estas anotaciones reciben el nombre de Tomas de Razón.