A mediados del siglo XVIII Gran Bretaña poseía en la costa atlántica del Norte de América trece colonias. Desde el punto de vista económico todas habían alcanzado cierta prosperidad, las ocho de norte basaban su pujanza en la industria y el comercio estando lideradas por una rica burguesía. Las cinco del sur eran eminentemente agrícolas (plantaciones de algodón, tabaco y arroz trabajadas por esclavos negros) y su clase adinerada estaba compuesta fundamentalmente por terratenientes. Tanto unas como otras, desde una práctica mercantilista, estaban sujetas al llamado "Pacto Colonial" que las obligaba a suministrar materias primas a la metrópoli a cambio de recibir sus manufacturas. Desde el punto de vista político dependían de la Corona Británica (su Rey era Jorge III), gozaban de escasa autonomía y los gobernadores británicos constituían la máxima autoridad. No poseían representación en el Parlamento Británico siendo precisamente allí donde se decidían los asuntos importantes que les concernían, tales como la fijación de impuestos. La ausencia de participación política generaba malestar entre los colonos, deseosos de alcanzar cierto grado de autonomía.
Desde mitad del siglo XVIII existían una serie de factores (economía dependiente, falta de autonomía política) que dañaban las relaciones entre colonos y Metrópoli. Sin embargo el desencadenante de la revuelta se produjo tras la Guerra de los Siete Años (1756-1763) que Inglaterra había mantenido con Francia. Este conflicto generó una crisis financiera del país que la Corona intentó paliar recurriendo al forzoso concurso económico de los colonos en forma de nuevos impuestos. Los colonos consideraron ilegítimas tales contribuciones y denunciaron la imposibilidad de disponer de representación en los foros donde se decidían iniciativas de tal calibre. Las protestas no se hicieron esperar y alcanzaron especial gravedad en 1770, año en que tuvo lugar la denominada Matanza de Boston.
En septiembre de 1774 se celebró un Congreso en Filadelfia (Pensilvania) que impulsó la colaboración de las colonias frente a las acciones británicas. Todavía no se defendía la independencia respecto a la metrópoli y la reunión se limitó a una serie de reivindicaciones expresadas a través de una Declaración de Derechos.
La guerra de la independencia americana se inició en abril de 1775 con la batalla de Lexington y presentó una serie de características en la intervinieron de dos concepciones militares diferente. De un lado, el ejército regular colonial británico reforzado por 17.000 mercenarios, al que se unieron diversas tribus indias. Sobre el papel era muy superior al de los colonos pero el alejamiento de sus bases logísticas le restaba eficacia. Del otro, la improvisada fuerza armada de los colonos, en principio desorganizada, pero convertida con el tiempo por George Washington en un efectivo instrumento militar.
Fue una guerra de carácter internacional ya que a partir de 1778 las potencias absolutistas de Francia y España intervinieron en apoyo de la joven República con la pretensión de debilitar a Inglaterra. Tras la firma de la Paz de Versalles (1783), Gran Bretaña reconoció la independencia de sus colonias.
EL CORREO CIRCULADO EN EL PERÍODO COLONIAL HASTA LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS.
En 1698, un sistema de mensajes se había establecido entre las más grandes ciudades de la costa atlántica situadas en las colonias inglesas de Norteamérica. Todo lo que se sabe acerca de las tarifas allí cobradas es que el porte por el transporte de una carta entre Boston y Nueva York era 1 chelín (1s) manteniéndose una expedición semanal entre dichas ciudades. Se propuso que las cartas desde Inglaterra debían de ser enviadas en bolsas selladas confiadas a los capitanes de los buques. Las valijas debían ser entregadas al administrador de correo del puerto donde el barco tocaba tierra por primera vez cobrando el capitán un penique por cada carta depositada. Los responsables del Correo intentaron establecer unas nuevas tarifas basadas en la distancia recorrida dentro de las colonias pero inmediatamente fueron desestimadas porque se consideraron demasiado elevadas.
Las tasas que se aplicaban en el escaso correo circulado entre las colonias inglesas se expresaban en pennyweights y grains, abreviado en las anotaciones de porte como “dwt” y “gr” respectivamente, monedas de cuenta imaginarias donde 1 pennyweight se componía de 24 grains con una equivalencia con la moneda británica, que era la allí circulante, de modo que 1 pennyweight equivalía a 3 peniques de plata; y 8 grains a 1 penique de plata. Las monedas británicas más corrientes eran los chelines donde 1 chelín estaba compuesto de 12 peniques.
Comentarios (0)